-¿Qué piensas? – Pregunté.
- Pienso que te quiero.
- ¿Mucho?
- Muchísimo – Insistió.
- Yo también te quiero muchísimo. – Me separé, y quité todo mi peso de encima de él. Ambos estábamos ardiendo.- ¿Te ha gustado?
- Me ha encantado.
- ¿Qué piensas? – Pregunté.
- Que soy muy feliz a tu lado.
Deseé preguntar si mucho, pero me aguante las ganas. Me levante y me observé en el espejo que había colgado de una de las paredes. Así desnudos todos parecemos tan vulnerables. Me giré y vi que me estaba mirando, salté a la cama y le besé.
- Te amo. – Le dije.
- ¿Mucho?
- Te amo mucho – Me reí y le abracé. El sudor hacía que nuestros cuerpos fueran resbaladizos.
- Cuando seamos mayores dormiremos así todas las noches.
- Sin pijama.- Aclaré
- Sin pijama.- Aceptó.